Ocho (muy) buenas razones para viajar a Panamá

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EL CANAL DE PANAMÁ

En agosto de este año cumplirá 100 años. Un siglo con la misma tecnología que permite que entre 30 y 40 barcos crucen cada día del Océano Pacífico al mar Caribe, en ambos sentidos, a través de un sistema de esclusas. Seguro que sabes cómo funcionan, pero hay que verlo allí: hay que ver moverse un barco tan grande como un edificio por un canal no mucho más ancho que él, ver cómo el agua se nivela y va cruzando. Es probablemente una de las experiencias más de Panamá. Se puede ver desde la esclusa de Miraflores, la primera o la última (según se mire) desde el Pacífico o desde la de Gatún, paso al Caribe. Imprescindible.


El Canal: un imprescindible


El Canal: un imprescindible



EL MACHETAZO

Casi tan imprescindible como el canal. Según los panameños, es lo único que queda del “auténtico Panamá”. Se llama así a la Avenida Central desde el Parque de Santa Ana y el nombre viene de un supermercado de una cadena panameña, el comercio más grande de una calle flanqueada por bazares y restaurantes regentados por chinos, una población bastante importante en una ciudad con su propio Chinatown. Lo primero que ves en los bancos del parque Santa Ana es a hombres sentados, leyendo, jugando al ajedrez o simplemente mirando. Sigues avenida abajo y empieza la diversión con el mercadillo callejero: igual puedes desde comprarte un plátano hasta hacerte la manicura o cortarte el pelo, ahí mismo en plena calle: una banqueta, unas tijeras y una bandeja es todo lo que necesitan.


Casco Histórico de Panamá


El Casco Histórico, vigía de los rascacielos



CAFÉ COCA-COLA

Antes de Santa Ana por la Avenida Central hay que hacer dos paradas: la primera, en el Teatro Amador, un cine de principios del siglo XX, cuya entrada enloquecería a Wes Anderson y que ahora es un espacio multiusos para fiestas, proyecciones… Y sólo un poco más arriba está el Café Coca-Cola, el diner y café más antiguo de la ciudad de Panamá (1875), el único en el mundo que lleva el nombre del refresco, lugar de debate político por el que pasaron Che Guevara o Pablo Neruda reconvertido hoy en uno de esos bares ruidosos en los que al entrar todos los abuelos panameños que están comiendo arroz o frijoles se vuelven para mirarte. Barato y tradicional.


Teatro Amador


La fachada del Teatro Amador



LA NOCHE EN EL CASCO VIEJO

Preguntes a quien preguntes si lo que quieres ahora es vida nocturna en Panamá todo se mueve en este barrio de estilo colonial español, Patrimonio de la Humanidad desde 1997, año en el que empezó a recuperarse. Pero poco a poco: junto a preciosas casas restauradas, aún hay preciosas casas cayéndose a trozos. La vida de mercadillos artesanales por el día se transforma por la noche en un hervidero de gente joven panameña y turista. Todos van al Zaza, último bar fancy de la ciudad donde se va “a tomar tragos, no a rumbear”. Si prefieres algo más alternativo, Villa Agustina: tras un cartel pintado a mano y unas puertas azules, hay un club en un patio con conciertos de rock, dj’s… Otro más clásico ya es el rooftop del Tántalo o los tragos más a pie de calle, literalmente, del Mojitos sin Mojitos.


Tántalo


La terraza de moda de la capital



AMERICAN TRADE HOTEL 

Inaugurado hace poco más de tres meses, es el lugar en el que alojarse en pleno Casco Viejo, un precioso edificio neoclásico de principios del siglo XX rehabilitado por la muy hipster cadena Ace junto a empresas panameñas que tratan de recuperar el barrio. Es sencillo, pero respeta su estilo original y lleno de detalles: desde el minipostre que depositan en la mesilla (cada noche distinto) a los muebles coloniales de la biblioteca o la pequeña y acogedora piscina con vistas sobre el Casco. Además, en febrero abrió el Danilo’s Club de jazz, que además es desde este año la nueva base de operaciones del Festival internacional de cine de la ciudad. 


American Trade Hotel, refugio hipster en el Casco


American Trade Hotel, refugio hipster en el Casco



CALZADA DE AMADOR Y EL FUTURO MUSEO DE FRANK GEHRY

La Calzada de Amador es la carretera que une el continente con las pequeñas islas Naos, Perico y Flamenco, una vía que los panameños llaman “Coastway” o “Causeway” (no se ponen de acuerdo, aunque parece tener más sentido el primero que significaría camino de la costa). Era una zona ocupada por el ejército norteamericano mientras controlaron el Canal hasta el año 1999 y ahora es un parque y paseo marítimo donde los panameños van a pasar el domingo con vistas a la entrada del canal y a toda la ciudad de Panamá (si te saltas el prohibido el paso en la isla Flamenco… nosotros no hemos dicho esto). Además, ahora tiene cafés, restaurantes, bares, puerto marítimo y tiendas duty free para turistas. Justo en la punta del continente Frank Gehry está construyendo el nuevo Museo de la Biodiversidad, el único edificio en Latino América del arquitecto canadiense, que con sus placas de colores será un símbolo de la ciudad pronto. 


El Biomuseo, alojado en un edificio de Gehry


El Biomuseo, alojado en un edificio de Gehry



EL MERCADO DE MARISCOS

El mejor ceviche de Panamá. Punto. Y seguro al mejor precio, funciona como mercado o lonja, pero también tiene puestos para comer impresionantes ceviches de camarones, corvina… en un ambiente popular al lado del puerto donde van llegando los pescadores.

SAL SI PUEDES Y LA NUEVA GASTRONOMÍA PANAMEÑA

Si después de hincharte a ceviche prefieres probar esa nueva Panamá elegante. Varias opciones muy de moda y que no fallan: Sal si puedes, en el hotel Bristol, lo de su atún rojo y la tarta de cuatro leches debería estar prohibido. La barbacoa de Humo o la de Maito. Todos cocina panameña tradicional con una vuelta sofisticada.


El restaurante Maito


El restaurante Maito



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